Como en todo en la vida, la evolución es un hecho inevitable,
por tanto el mundo del costal, no podía estar al margen de esta circunstancia y
para ver la situación actual de los costaleros y las cuadrillas, no tenemos más
remedio que retrotraernos al comienzo de las cuadrillas de hermanos costaleros.
En la mayoría de los casos, los hombres que conformaban
estas cuadrillas, eran jóvenes de la hermandad que en un momento dado y por
unas circunstancias, se vieron atraídos por este mundo. Por esa juventud y
falta de afinidad con el mundo de las cuadrillas profesionales que hasta ese
momento sacaban los pasos, se produce un salto atrás en la forma de vestir del
costalero. Esos costales tipo servilleta, “peineteros” en la frente y con el
trabajo más alto de donde el capataz igualaba, hizo que la forma de trabajar
debajo de los pasos no fuesen las más adecuadas. Innegable es la fe de aquellos
hombres, como los de hoy en día, pero con aquellas carencia de conocimientos y
porque todo el mundo hacía lo mismo, hacían las barbaridades que nos parecen
hoy día, de salir con zapatillas de esparto, costales diminutos con los que era
imposible trabajar derecho y las fajas que ocupaban todo el tórax e impedían
una correcta respiración, lo que impedían la calidad que hoy día tenemos en
nuestras cuadrillas, porque el corazón solo no sirve para sacar los pasos.
Gracias a dios de unos años para acá, los costaleros* en su
gran mayoría, se han preocupado de buscar mejores ropas, ir a los ensayos a ver
que hacen los demás y quedarse con lo que ellos consideran que es la mejor
forma de trabajar. Un costal amplio, ajustado, que no apretado que impida el
riego sanguíneo al cerebro, la visera del costal en la unión de la ceja con la
nariz o por debajo, ya que este hueso es el que hace de tope a la visera y que haga
una buena cuna gracias a una morcilla de dimensiones adecuadas, las nuevas
fajas elásticas que complementan a las tradicionales de tela pero de menor
ancho para proteger los riñones y permitir una correcta respiración. Así como
un calzado con una suela más flexible y cómodo, indispensable para las
numerosas horas que tiene que estar de pie, añadido además a otras comodidades
como camisetas de tirantas y camisas para no coger frío al salir del paso y los
pantalones arremangaos para no pisárselos así como intentar pasar menos calor,
han hecho que el costalero tenga mejores herramientas y pueda tener una postura
ergonómica trabajando, indispensable para guardar la salud y para que cada uno
lleve los kilos que le corresponden, ni más ni menos.
Por toda esta evolución, es inconcebible que se desprecie desde
algunos sectores del mundo cofrade a los costaleros que han evolucionado en su
forma de vestir y trabajar debajo de los pasos, buscando siempre lo mejor para
cargar en su sitio, así como estar lo más cómodo posible, lo que redunda en la
forma de andar de los pasos, que cada vez andan mejor y todo es por estos
costaleros actuales, esos “jartibles” que solo quieren lo mejor para la Semana Santa.
Cada vez las cuadrillas se adecúan mejor a la idiosincrasia de las hermandades
a las que pertenecen y no andan todos los pasos igual. En nuestra opinión, lo
que debería hacerse en vez de atacar a estos hombres es protegerlos, ya que en
la mayoría de las ocasiones a ellos se les exige bastante más que a otros
hermanos de la cofradía.
Costalero* dícese de aquella persona católica, “jartible”,
cuyo mayor disfrute en la vida, es sacar de la manera más digna posible a
Jesucristo, a su Madre María y a los santos y que se preocupa de probar las
novedades y quedarse con lo mejor para realizar su trabajo.
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